viernes, 1 de agosto de 2008

Animalario

Leones: no hay ninguna duda, son los reyes. Todo el día tumbados sin hacer nada, mientras sus mujeres son las que cazan. Y cuando se ponen tontos, si las hembras no están por la labor porque ya tienen un camada que cuidar, se zampan a los cachorros para poderlas preñar de nuevo con sus genes. Aunque no todos viven como reyes. Cuando un macho tiene que dejar el grupo para formar el suyo propio, como no son muy buenos cazadores, puede llegan a morirse de hambre. Menudo final para un monarca…


Elefantes: a sus manadas no les llaman clanes por nada. En el Kilimanjaro, vimos como tres de ellos formaban un círculo de defensa alrededor de una cría moribunda. Y así se quedaron, quietos pero vigilantes, cada uno mirando hacia un lado diferente, hasta que la pobrecita murió. Ellos que necesitan comer 20 horas al día, aguantaron sin moverse del sitio todo el tiempo que hizo falta. En otro de los clanes, en cambio, vimos un montón de babys divertidísimos, algunos de ellos todavía aprendiendo a usar la trompa, moviéndola de un lado a otro, sin acertar a encontrar su propia boca.


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Guepardos: en inglés, cheeta. El más rápido de todos. 120 km/hora. Y el más noble, dicen, porque avisa antes de embestir. En realidad lo hace para no cansarse. Al espantar a la manada de impalas o ñus, éstas empiezan a correr y así puede identificar cuál es la más lenta e ir a por ella. Atleta de distancias cortas, tan sólo tiene unos segundos para alcanzar a su presa porque después de unos momentos a plena carrera, su cuerpo empieza a calentarse tanto que puede llegar a perder la vida. Para Pedro, los mejores, con una cola igual que la del Marsupilami, siempre subidos a una piedra y mirando al infinito como si estuvieran posando para una foto de Nacional Geographic.

Leopardos: a pesar de ser los felinos más abundantes, son también los más difíciles de ver. Viven en los árboles de los que sólo bajan para cazar los sábados por la noche. El resto de la semana tiran de despensa. Es decir, de la última presa que tienen colgando de la misma rama donde se recuestan. Para Belén, es una obsesión poder verlos algún día. Son ya cinco safaris en cinco países diferentes y siempre se le han escapado.


Rinocerontes: existen de tres tipos. Los blancos, los negros y los enanos, aunque estos últimos son desconocidos para la mayoría de gente. Los primeros son los más abundantes al haber sido reintroducidos en muchos de los parques desde Sudáfrica. Los negros, en cambio, estuvieron al borde de la extinción por culpa de la absurda obsesión de algunos brujos de que el polvo de sus cuernos era mágico. Están tan resquemados de los humanos que son casi imposibles de ver.

Búfalos: toros con peluca. Aunque parecen unas bestias, cuando van en manada no son nada violentos, a pesar de lo que digan las pelis del oeste. Sin embargo, cuando andan solos y se meten en líos, son de los que huyen para adelante, arrasando con lo que haga falta. En realidad, son los animales más peligrosos junto con los elefantes. Cuando atacan simulan estar estáticos, acercándose al enemigo con tanto sigilo que parece que anden con los calcetines puestos.

Jirafas: un camello con el cuello alargado y un estampado fashion. Las reinas de Africa. Parecen de otro mundo, sobretodo cuando se lanzan a correr. Se balancean de una forma tan descoordinada que parece que vayan a romperse. De calle, las más miedosas. Tienen pavor a beber agua pues la postura que necesitan poner para que la cabeza les llegue al suelo es tan complicada que, si en aquel momento les atacase una leona, estarían perdidas sin remedio.

Impalas: una especie de bambi africano. Nadie ha oído hablar de ellas hasta que te vas de safari. El primer día no te cansas de hacerles fotos pensando que estás en medio de una película de Walt Disney. Al final, estás tan harto de verlas que preferirías atarlas a un árbol y que al menos sirvieran de carnaza para que hubiera un poco de acción. Aunque los tíos no tienen un pelo de tontos. Es fácil ver a manadas compuestas por un solo macho con veinte o más pivones. Un harén de los buenos por el que, eso sí, tienen que dejarse los cuernos cada día y cada noche. Primero luchando contra otros campeones que optan al título de guapo de la sabana y después dando el callo con las niñas.

Cebras: imposible saber por qué la naturaleza las vistió con ese pijama a rayas. Para fotografiar son las mejores al ser su piel es una especie de sofá freaky con diseño de los sixties.
Ñus: premio del Animalario al nombre más cutre. Ñu, qué precios (si no sois canarios, nunca entenderéis este chiste malísimo…). Sin duda, el que pintó a la Bestia de la Bella se inspiró en ellos. Y no es raro porque parecen personas encantadas y condenadas a deambular por la sabana hasta que se las zampe cualquier depredador. Cosa nada difícil porque su mecanismo de defensa es quedarse más quietos que un burro y rebuznar como ellos. Por asustar no asustan ni a las hienas, pero sí que puede ser que algún león se haya muerto de la risa al verlos así de ridículos.


Parques Nacionales de Africa:
Parque Kruger, Sudáfrica: el más fácil de recorrer pero el menos auténtico. Do it yourself. Vas en tu coche por circuitos marcados, sin poder abrir la ventanilla. Por la noche para dormir, tienes un bungalow sencillo con barbacoa en el jardín. Asegurado verlo todo menos leones y leopardos aunque, a veces, incluso éstos también.

Parque Etosha, Namibia: de todos los que hemos visto, posiblemente el mejor. Lo podéis hacer tranquilamente en coche de alquiler. El paisaje es bonito, especialmente el “pan”, una laguna semiseca que parece un mar olvidado, pero más que recorrerlo de un extremo a otro, os recomendamos quedaros en el Halali Camp. Tienen una charca que ellos mismos alimentan con agua fresca cada día. Por allí van pasando todos los animales, incluso por la noche cuando los veréis gracias a los focos. Mientras, vosotros sentados tranquilamente en la grada, con una copa de vino y una manta si hace falta. Puro lujo por cuatro duros.

Parque Moremi, Botswana: el más luxury de todos si podéis pagar la avioneta para llegar a los lodges exclusivos, como la Isla del Jefe, pero es tan caro que no vale la pena. Con coche de alquiler al menos llegaréis a la parte más salvaje, como el Third Bridge donde dicen que los leones se pasean entre las tiendas por la noche. Si os gusta conducir en 4x4 os lo pasaréis pipa, sobretodo si lo cruzáis para llegar hasta al Chobe Park. El punto negativo es que os podéis pasar mucho rato sin ver nada.

Parque Chobe, Botswana: el entorno más idílico. Tiene un camino que va a lo largo del mismo río que después forma las Victoria Falls al llegar a Zimbwawe y Zaire. Aunque las cataratas no llegan a verse, el “riverside” es precioso y conduciendo tú mismo puedes meterte entre todo tipo de manadas, incluido elefantes. No hay leones pero sí cocodrilos enormes.

Lago Manyara, Tanzania: como por toda Tanzania, el 99% de la gente va en grupo o con chofer, aunque se podría hacer por tu cuenta. Sin embargo, los precios de las entradas a los parques y permiso de acampada son tan caros que al final sale por un ojo a la cara. Por eso es mejor buscarse un tour-operador. Este lago en concreto tiene un paisaje muy especial y frondoso, aunque es prescindible.

Parque Serengeti, Tanzania: junto con Maasai Mara en Kenya forma la gran llanura donde los mamíferos cada año reproducen las famosas migraciones en busca del pasto fresco. Nunca son exactamente los mismos meses pero acostumbran a moverse hacia el norte en Julio para volver a Tanzania en Octubre. Lo mejor es poder organizar un safari individual para cruzar la frontera siguiendo las migraciones. Es el parque donde los animales son más abundantes.

Cráter del Ngorongoro, Tanzania: uno de los sitios más bonitos que nunca hemos visto. Parece un espejismo con paredes de más de 600 metros de altura, formando una valla natural dentro de la cual viven miles de animales como si estuvieran en un sueño. Sólo por ello ya vale la pena ir. Allí pudimos ver a un rinoceronte negro, algo realmente difícil de conseguir.

Parque Tarangeri, Tanzania: lleno de moscas Tse-Tse, con un río que siempre baja lleno, por lo que tiene fauna todo el año, sobretodo elefantes y cebras. No vale mucho la pena.

Parque Maasai Mara, Kenia: la continuación del Serengeti por el norte. Un paisaje precioso con todo tipo de animales. Lo mismo que en Tanzania pero mucho más barato. Además hay campings de tiendas fijas por un precio muy razonable. Y con agua caliente… Imposible ir por tu cuenta como en la mayor parte de Kenia. La situación política y las peores carreteras del mundo recomiendan que vayas en un tour. Ahora las están arreglando pero vete a saber cuándo acabarán.


Monte Kenya, Kenia: el segundo pico más alto de Africa, 5400 metros, con una forma muy especial. Sólo vale la pena ir si te hospedas en el Serena Hotel. Es una cadena de Hoteles de lujo en Africa del Este cuya misión es “satisfacer a nuestros clientes por encima de sus expectativas”. En su hotel de Mt Kenya lo consiguen realmente. Desayuno con cava, todas las habitaciones con terraza con vistas a la charca de agua, bunker con mirador en medio del waterhole, reclamo para gatos salvajes y leopardos, alarma las 24 horas para avistamiento de los animales que tú mismo indiques, etc.

Lago Nakuru, Kenia: famoso por sus flamencos rosas pero los podéis encontrar igual e incluso en mayor cantidad en el Lago Manyara o en el Ngorongoro en Tanzania. Aquí, en cambio, cada vez hay menos agua por lo que prefieren emigrar al sur. Eso sí, está lleno de rinocerontes blancos reintroducidos, tantos que pierde la gracia. Dicen que es uno de los mejores sitios para ver leopardos pero, la verdad, no tiene pinta. Lo mejor, que está cerca de Nairobi y puedes dormir en cama al tener la ciudad de Nakuru al lado.

Parque Amboselli, Kenia: sería un desierto si no fuera por el continuo deshielo del Kilimanjaro, la montaña más alta de Africa que, aunque está en Tanzania, da vida a este parque. Sin duda, una de las maravillas del mundo, no sólo por su forma especial con un pico amplísimo sino porque parece una aparición en medio de la nada. Los elefantes, leones, guepardos y demás son un regalo adicional. Nadie se pone de acuerdo cuando es el mejor momento del año para verlo sin brumas, así que mejor estar un par de noches para asegurarse. Si quieres subirlo hay que hacerlo desde Mosha en Tanzania. Cinco o seis días son suficientes y con un poco de forma física cualquiera puede pues las Agencias te lo ponen todo.

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