sábado, 2 de febrero de 2008

La isla de las cabezas rotas

Isla de Pascua, Rapa Nui, probablemente la isla que más misterios y más preguntas ha suscitado a los aventureros que han llegado hasta sus costas. El primer misterio, cómo alguien pudo habitar hace tantos años uno de los rincones más recónditos de la tierra: para que os hagáis a la idea, Isla de Pascua es del tamaño de Formentera o La Gomera, y no hay absolutamente nada a más de 3500km a la redonda. Vamos, que es como encontrar una aguja en un pajar.

El segundo misterio, el cómo gente que vivía en la edad de piedra y sin ningún tipo de maquinaria, fue capaz de construir y transportar a más de 10km de distancia las inmensas estatuas de piedra que podían llegar a medir más de 10 metros y pesar más de 300 toneladas: Los moais (o cabezas gigantes como las conocía yo hasta ahora).

El tercero y más enigmático, por qué abandonaron estas estatuas y dejaron las canteras con figuras a medio terminar, como si de la noche a la mañana alguien decidiera que ya no les importaba….




La respuesta al primero de ellos es bastante fácil. Cuando al hombre blanco aún temía alejarse de la costa por si se caía del mapa, los polinesios ya surcaban todo el Pacífico (que de pacífico tienen poco) descubriendo y poblando sus numerosas islas. Sabían que las aves no tienen un pelo de tontas, y que cuando comienzan sus migraciones nos es para perderse en el medio de la nada. Así que guiados por las estrellas seguían la dirección que ellas tomaban, y cuando volvían a verlas o veían que la forma de las nubes cambiaba radicalmente, sabían que estaban próximos a tierra. Así es como 7 intrépidos polinesios llegaron hacia el siglo IX a Rapa Nui.

El segundo ha traído de cabeza a multitud de arqueólogos y físicos, que han luchado durante años por hacer valer sus teorías. La explicación más probable es que las estatuas fueran esculpidas por un elenco de rapanuis picando directamente las paredes de las canteras, que luego las separaran de la tierra y las hicieran bajar por una rampa hasta un agujero, que las pusieran en pie a base de acumular piedritas en sus espaldas, para luego poder terminar la parte posterior, y que finalmente las transportaran en vertical haciendo uso de troncos de cocoteros por los que las deslizaban a modo de rodillos.




El tercer misterio requiere de una explicación más extensa de la vida y tradiciones en Rapa Nui. La construcción de los Moais constituyó una parte fundamental de su cultura desde el siglo IX al XVI. En la isla había diversos clanes, y eran las castas más bajas de cada uno de ellos quienes se encargaban de la construcción y transporte de las figuras hasta los lugares sagrados. Los construían en memoria de sus ancestros y para venerar a los Dioses. Pero pronto empezaron a haber competiciones entre los diferentes clanes para demostrar su poder: cuantos más moais construían y cuanto más grandes eran éstos, más poder tenía el clan. Esto hizo que la población aumentara (más gente para hacer más moais), y que empezaran a escasear los recursos en la isla: por un lado, los alimentos que hacían falta para alimentar a tanta gente, y por otro, todos los árboles que cortaban para poder mover las estatuas. Fue así cómo las castas bajas, muertas de hambre, empezaron a rebelarse contra sus superiores, y cómo cada clan empezó a luchar contra los otros por llevarse los recursos. El resultado, una guerra cruenta que duró más de 100 años y que dejó a tan sólo 111 habitantes en la isla quienes se vieron forzados a vivir en las tinieblas de cuevas subterráneas para protegerse de ellos mismos y de los barcos esclavistas que llegaban a sus costas.

Fue hacia el siglo XVII que los diferentes clanes decidieron salir de las tinieblas y acordar la paz. Ya no adoraron más a sus cabezas, sino que optaron por adorar a lo que más necesitaban: el dios de la fertilidad y su encarnación en la tierra, los pájaros que migraban cada año a los islotes que rodeaban Rapa Nui para poner sus huevos. En aras de la paz, decidieron un sistema rotativo de gobierno al que se optaba por medio del lo que podríamos llamar el primer triatlón de la historia: Cada año, cada uno de los clanes presentaría a un luchador. Estos luchadores tendrían que bajar por la pared exterior del volcán más importante de la isla, nadar hasta uno de sus islotes, encontrar un huevo recién puesto, volver hasta Rapanui surfeando las olas, subir de nuevo hasta el cráter del volcán y presentar el huevo intacto. El primero en llegar sería declarado Hombre Pájaro, y su clan gobernaría durante todo un año.

Fue así como los encontró el hombre blanco hacia finales del siglo XIX. Hoy ya están todos cristianizados y bajo el gobierno de Chile, pero es asombroso los esfuerzos que hacen ambas partes por conserva y potenciar la cultura rapanui.


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